IRREPETIBLE

IRREPETIBLE

IRREPETIBLE

Some Words About This Project


Irrepetible, 2016 de mayte Vieta

Nos afecta a todos y cada uno, y sabe expresar la luz de una tarde, la caída de la lluvia, la cercanía del sueño, la sombra de la casa natal o la frescura del agua que regocija en un espléndido relato, de la fidelidad, de la épica familiaridad con la vida y la muerte. De esos valores que ella sabe que no posee ni en la existencia ni, salvo raras excepciones, en el arte y de los cuales sólo puede expresar la nostalgia. Le concedieron la expresión que crea la vida, sino sólo la alusión que la menciona de refilón. Su poesía dice la melancolía de esa alusión fugitiva, «la inminencia de una revelación que no se produce», la espera de un secreto que no se revela.

Claudio Magris

UTOPÍA Y DESENCANTO

Nostalgia nombre femenino.

Sentimiento de pena por la lejanía, la ausencia, la privación o la pérdida de alguien o algo queridos.

La exposición es recorrida por el espectador a través del espacio-tiempo. Las obras presentes se desdoblan en el espacio, creando un dialogo entre ellas. La tensión, la técnica en los materiales como el aluminio, el bronce junto a las fotografías. Una invitación al espectador a viajar hacia la nostalgia de una imposible totalidad de la vida, expresa por consiguiente el vacío, la ausencia, la presencia, lo incompleto.

Fotos Ariadna Pujol

 

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NOCTURNA

NOCTURNA

NOCTURNA

Some Words About This Project


“El olor del agua”

Hay muchas formas distintas de felicidad, que pertenecen al grupo de cosas de las que no se puede hablar con propiedad: el golpe de placer avasallador, o la plenitud posterior, la tranquilidad de la contemplación; la consecución de metas, lo que queda después de la lucha por unos objetivos, o la ausencia del deseo, la mirada del amado, de una unidad coherente antes nunca vista. Muchas formas que, siguiendo mis intereses, se pueden resumir en dos.

Hay una felicidad animal, que es la forma más intensa, más embargante, en la que se pierde la conciencia de uno mismo. En ella no hay lugar para la reflexión. Es una forma de felicidad inconsciente, sin rastro, estúpida, no recordable. Te posee sin que puedas hacer nada por poseerla. Está libre de todo tipo de preocupaciones porque una de sus mejores virtudes es la estupidez. No puede tener conciencia del paso del tiempo porque no tiene conciencia de casi nada. Está fija, clavada en un punto, dominada totalmente por una pulsión avasalladora. No importa que se acabe porque tiene una falta total de dimensión temporal. Es inconsciente, no deja huellas en la memoria, casi no existe. Sólo se la puede conocer por sus efectos, observándola desde fuera. No hay en ella lugar para el miedo, para la duda, para poder sentir el dolor de su perdida.

La otra forma de felicidad es más complicada, encierra sentimientos encontrados de plenitud y de fuga. Recuerdo dos ocasiones que pueden ser significativas. Estoy con la puerta entreabierta, bajando de un piso a otro de la casa, sintiendo la armonía de la familia de mi abuela, el espacio del hogar y sus moradores. Noto la existencia estable de todo el edificio. La imagen se produce en el quicio, en el umbral de salida. En la otra ocasión, están las niñas saltando a la comba, mientras cantan. Ha llegado el verano. Mi hermana entra, en el arco que forma la cuerda, perfectamente sincronizada, bajo la sombra de un olmo. Son momentos de una relajación clarividente, de una consciencia intensa del presente efímero. Se articula en dos movimientos íntimamente ligados: el ser, y la conciencia de ese ser, que está definido por su estado de felicidad. Al sentimiento de plenitud va ligada una profunda y melancólica percepción de la fugacidad. Se vivencia un equilibrio inestable entre el instante detenido y el inexorable paso avasallador del tiempo. Y queda grabado en la memoria como una instantánea fotográfica. La conciencia de la felicidad desencadena el miedo a que desaparezca: sentimientos contradictorios provocados por el deseo imposible de sujetar lo efímero. Nos embarga la nostalgia del presente.
Es curioso que inmediatamente después o, incluso, a la vez que sentimos una unión total con lo que nos rodea, que puede ser también una unión con el otro, la felicidad nos aísla, nos hace sentir irremediablemente separados del resto de lo existente. Es una sensación personal, unívoca e intransferible. Una fina película se interpone, ciega, frente a nuestro deseo de que esa unidad intuida pueda hacerse real. Y se teje a partir del momento en que la felicidad se hace consciente. La felicidad es un movimiento contradictorio que nos separa del otro cuando más unidos creemos estar. Es un estado de comunicación total mediatizado por la evidencia de nuestra total incomunicación. Poderosa nostalgia.

La felicidad es como una imagen eternamente efímera en la que el tiempo se detiene o, más bien, se enraíza en la figura espacial que delinea nuestro entorno. La fugacidad se hace presente. Tiene todas las características de esa breve forma de la poesía japonesa que es el haiku. Estas cortísimas composiciones de tres versos reducen la descripción de un suceso a una imagen (o la amplían). Por el grafismo, más que de un escrito, se trata de un dibujo. Reflejan un instante tan pleno como contradictorio, en el que la naturaleza está presente a la vez que se quiebra. En el haiku la palabra lucha contra sí misma oponiéndose a su narratividad, buscando la unión imposible entre la imagen de lo real y el símbolo que la sustituye, entre el acontecer del espacio y la forma material del tiempo. Es el dibujo de una palabra, la imagen de un tiempo. La poesía es siempre una negación del lenguaje.

Una hoja se desprende del árbol y por un momento, que se hace eterno, es atravesada por un rayo de luz que se ha filtrado desde las copas. Un temblor profundo nos agita con la misma intensidad que a esa hoja. El espacio y el tiempo son dos caminantes que, a pesar de que van siempre juntos, nunca se tocan. Sólo por un instante hemos creído ver la flecha del tiempo atravesando la fina membrana de la imagen que nos envuelve. Nos parece oír que un discreto susurro, un diálogo largamente esperado, se ha establecido entre los dos paseantes que, por una vez, se han mirado a la cara. El defecto, el error, es sólo nuestro. Los dos personajes sólo caminan por nuestro interior. Nuestra forma de conocer se desarrolla gracias a la separación de esos dos caminantes, a su condena de no encontrarse jamás. Únicamente cruzan su mirada en alguna encrucijada inesperada.

No sabemos a ciencia cierta cuál es el método, no se la puede desear, aparece sin previo aviso. Es ella la que nos posee y a nosotros a quienes se nos escapa entre los dedos cuando la queremos sujetar. Pero debemos evitar describirla en dos movimientos, ya que una de las cosas que mejor la definen es su contradictoria unidad. Seguramente huele a agua.

Gabriel Rodríguez

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FRAGIL

FRAGIL

FRAGIL

Some Words About This Project


Me encontraba en ese estado entre el sueño y la vigilia.

Desde ahí uno puede avanzar hacia cualquiera de los dos.

Puedes alejarte en un sueño o puedes abrir los ojos, tomar conciencia de tu cuerpo, de la habitación, de los cuervos que graznan en la nieve, al otro lado de la ventana. Lo que distingue este estado del de vigilia completa es que no hay distancia entre la palabra y el significado. Es el lugar en donde tiene origen todos los nombres. Y desde aquí me vi antes de nacer, más de nueve meses antes de mi nacimiento. La vida futura en el útero me era, quizá, más lejana de lo que me es ahora la muerte.

Frag. Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos.

John Berger

“frágil”

2 de noviembre del 2006

La exposición “ frágil” esta planteada como un viaje nostálgico, un lugar de llegada y partida; La instalación fotográfica “frágil” compuesta por tres fotografías y la fotografía “ El Deseo” abren una ventana, el reencuentro entre la mirada y el tiempo capturados en paisajes de un color intenso , entre tonalidades verdes y rojos.

Ante el espectador la presencia de un no-lugar, suspendido en el espacio, invita al placer de la contemplación, la libertad extendida a la exuberancia del paisaje en el espacio abierto. Evocan la fragilidad de la naturaleza, el silencio ,la soledad del hombre ante el paisaje mudo ,el deseo por alcanzar lo inalcanzable, la búsqueda como en los sueños de un tiempo intemporal y efímero.

Conjuntamente con las obras fotográficas, dos esculturas “ El vuelo” .

Dos grupos de alitas articuladas en el espacio se materializan en bronce y en todo su volumen aparecen capturadas en pleno vuelo, de aparente fragilidad alude al miedo de amar y ser amado, el deseo de libertad por alcanzar los sueños.

                                                                                                   Mayte Vieta

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CUERPOS DE LUZ

CUERPOS DE LUZ

CUERPOS DE LUZ

Some Words About This Project


MEMORIA. INSTALACIÓN EXPLICIT SILENCE

MAYTE VIETA Cuerpos de luz

Perder todo sentido de exclusión. Estar en el centro

John Berger

Mayte Vieta (Blanes, Girona, 1971) ha fotografiado la superficie del mar en incontables ocasiones, siempre revelando una gran sensibilidad para la utilización de la luz. Su instalación Silencio, de 1999, en la que se autorretrató con plácida ambigüedad bajo las aguas de un mar lleno de luz, supuso el principio de una etapa de productividad que ha ido conformando una carrera que la ha situado entre las artistas jóvenes de mayor proyección de nuestro país. Diez años después y en un punto de inflexión en su trabajo tras su maternidad, la artista ha visitado de nuevo las profundidades del mar para construir un tríptico monumental sobre el silencio por medio del cual dialoga consigo misma, con el espectador y con el arte acerca de la fragilidad humana y la muerte.

Su nueva instalación fotográfica, cuerpos de Luz, nos sumerge en un mar muy distinto al de Silencio. Esta vez retrata un mar nocturno absolutamente reacio a la luz con la que la artista lo ilumina y cuya negrura encuentra continuidad en la propia oscuridad de un Espacio 13 pintado de negro que se transforma así en parte integral de la obra. Dentro de esta oscuridad, sin embargo, la luz proyectada en el mar mediante un potente foco nos revela la presencia de un cuerpo femenino desnudo a escala natural flotando en medio de la nada. Es un cuerpo que se nos muestra abiertamente, desplegándose en lo que parece ser un proceso lento y tortuoso al tiempo que liberador.

El espectador, situado en el centro del espacio, es engullido por la quietud de un abismo ingrávido y por un tiempo que parece suspendido. El dolor, el deseo, los sueños y la muerte son evocados desde un silencio y una oscuridad inquietante por la que se filtra nuestra propia fragilidad.

Comisario del ciclo Explicit Silence

TRES

El gran peso de la memoria, el recuerdo.

Silencio. La fragilidad humana y la mortalidad.

Entramos en un espacio oscuro, es de noche, la naturaleza está inerte.

Instalación fotográfica. Inmersos en una experiencia ante el silencio y la luz que nos rodea, nos engulle, nos envuelve y nos sorprende. En medio de la densa oscuridad una quietud iluminada, somos a traídos por la forma temporal de una silueta, un cuerpo desnudo retorciéndose, luchando en la intemperie en las profundas y oscuras aguas del mar, a través de la proyección en la pantalla a escala natural se forma al cuerpo entre la luz, la penumbra y la oscuridad. La sala misma se convierte en la obra de arte; no hay objeto: hay luz, oscuridad. Se crea una presencia. El mundo exterior se interioriza al hacerse visible, al quedarse suspendido en el tiempo silencioso. Esta entrada en el mundo silencioso nos permite estar a solas con nuestros pensamientos, crear una tensión a través de las imágenes proyectadas y las dos proyecciones reflejadas e unidas en el reflejo de un espejo frente al espectador.

El cuerpo desnudo, frágil permanece inmóvil no alcanza el final. La fragilidad humana, la mortalidad.

Blanes marzo 2009

Mayte Vieta

 

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VERTIGO Y BISE NOIRE

VERTIGO Y BISE NOIRE

VERTIGO Y BISE NOIRE

Some Words About This Project


“EN EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS” EN EL CORAZÓN DE LOS SUEÑOS

Esta exposición es un sueño, es la escenificación de un sueño. Desde sus
inicios Mayte Vieta ha plasmado imágenes que aludían a este mundo más allá
de lo real. Ella misma explica que siempre ha buscado un paisaje que por sus
condiciones atmosféricas o por sus características estuviera fuera del
tiempo y la vida cotidiana. Esto es, una imagen virtual que evocara el
sueño.

Son esas panorámicas con horizontes infinitos del mar o simplemente
paisajes, tan frecuentes en la artista, que poseen una particular capacidad
de evocación. Pero también son aquellas fotografías realizadas dentro del
mar que en alguna ocasión ha presentado. No existe diferencia entre las
panorámicas y las fotografías dentro del mar. Se trata de imágenes “cargadas
de intemporalidad”, “ambiguas”… Al igual que los reflejos o los espejos,
son visiones de otra naturaleza, la de los sueños, que por “un instante” no
fija la vida real… A nadie se le escapa, sin embargo, que estas
representaciones son imágenes de lo sublime. Como en el caso de Friedrich,
estos paisajes grandiosos son portadores de un mensaje oscuro. Son también
expresión de una soledad, de un sentimiento de pérdida y muerte.

Decía antes que esta exposición es la escenificación de un sueño porque
Mayte Vieta la ha planteado como un itinerario, una especie de recorrido a
través del cual se desarrolla el sueño. El espectador sigue el curso del sueño                      

en su visita. Pero significativamente inicia el recorrido en el sentido
inverso, como si remontara y se internara en el curso de un sentido

hacia su origen. Es un viaje al “corazón de las tinieblas”, a la madre
de todos los sueños, para comprender qué son, de qué naturaleza están
hechos. Es un itinerario de exploración e iniciático a la materia de los sueños.    

¿Cuál es el mensaje de ese “viaje al corazón de los sueños”? En este
itinerario, a cada paso, uno se sumerge en una zona cada vez más oscura. De
alguna manera, se hace evidente aquella ambigüedad que antes apuntaba a
propósito de Friedrich. Parece como si aquellos paisajes se corrompieran y
en su descomposición afloraran signos de negación: aquí y allá se expresa la
muerte que lo inunda todo: ­las jaulas, las raíces resecas y sus sombras, los
perros… Pero todo esto estaba ya implícito en los paisajes, en aquella
imagen del sueño a la que antes aludía. La imagen del sueño es la imagen de
un fantasma.

Este “viaje al corazón de las tinieblas” posee un fin o un origen. Al
término del recorrido uno se encuentra con una bella durmiente en uno de
aquellos paisajes. A ciegas (2003) es un fotomontaje que presenta una figura
femenina como acostada y en un estado ensoñación. Esta figura está soñando,
y lo que sueña es esa pesadilla de signos contradictorios que acabamos de
describir. Las imágenes de la exposición son su sueño que nosotros hemos
recorrido en un sentido inverso, como aquella embarcación que cuenta Joseph
Conrad y que se dirige al centro de la selva. Como los sueños, la selva es
la expresión de lo salvaje, de lo irracional, de las fuerzas ocultas, del
infinito… Ella es el corazón de las tinieblas que es devorada por sus
propias imágenes.

Jaume Vidal Oliveras

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