VERTIGO Y BISE NOIRE

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“EN EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS” EN EL CORAZÓN DE LOS SUEÑOS

Esta exposición es un sueño, es la escenificación de un sueño. Desde sus
inicios Mayte Vieta ha plasmado imágenes que aludían a este mundo más allá
de lo real. Ella misma explica que siempre ha buscado un paisaje que por sus
condiciones atmosféricas o por sus características estuviera fuera del
tiempo y la vida cotidiana. Esto es, una imagen virtual que evocara el
sueño.

Son esas panorámicas con horizontes infinitos del mar o simplemente
paisajes, tan frecuentes en la artista, que poseen una particular capacidad
de evocación. Pero también son aquellas fotografías realizadas dentro del
mar que en alguna ocasión ha presentado. No existe diferencia entre las
panorámicas y las fotografías dentro del mar. Se trata de imágenes “cargadas
de intemporalidad”, “ambiguas”… Al igual que los reflejos o los espejos,
son visiones de otra naturaleza, la de los sueños, que por “un instante” no
fija la vida real… A nadie se le escapa, sin embargo, que estas
representaciones son imágenes de lo sublime. Como en el caso de Friedrich,
estos paisajes grandiosos son portadores de un mensaje oscuro. Son también
expresión de una soledad, de un sentimiento de pérdida y muerte.

Decía antes que esta exposición es la escenificación de un sueño porque
Mayte Vieta la ha planteado como un itinerario, una especie de recorrido a
través del cual se desarrolla el sueño. El espectador sigue el curso del sueño                      

en su visita. Pero significativamente inicia el recorrido en el sentido
inverso, como si remontara y se internara en el curso de un sentido

hacia su origen. Es un viaje al “corazón de las tinieblas”, a la madre
de todos los sueños, para comprender qué son, de qué naturaleza están
hechos. Es un itinerario de exploración e iniciático a la materia de los sueños.    

¿Cuál es el mensaje de ese “viaje al corazón de los sueños”? En este
itinerario, a cada paso, uno se sumerge en una zona cada vez más oscura. De
alguna manera, se hace evidente aquella ambigüedad que antes apuntaba a
propósito de Friedrich. Parece como si aquellos paisajes se corrompieran y
en su descomposición afloraran signos de negación: aquí y allá se expresa la
muerte que lo inunda todo: ­las jaulas, las raíces resecas y sus sombras, los
perros… Pero todo esto estaba ya implícito en los paisajes, en aquella
imagen del sueño a la que antes aludía. La imagen del sueño es la imagen de
un fantasma.

Este “viaje al corazón de las tinieblas” posee un fin o un origen. Al
término del recorrido uno se encuentra con una bella durmiente en uno de
aquellos paisajes. A ciegas (2003) es un fotomontaje que presenta una figura
femenina como acostada y en un estado ensoñación. Esta figura está soñando,
y lo que sueña es esa pesadilla de signos contradictorios que acabamos de
describir. Las imágenes de la exposición son su sueño que nosotros hemos
recorrido en un sentido inverso, como aquella embarcación que cuenta Joseph
Conrad y que se dirige al centro de la selva. Como los sueños, la selva es
la expresión de lo salvaje, de lo irracional, de las fuerzas ocultas, del
infinito… Ella es el corazón de las tinieblas que es devorada por sus
propias imágenes.

Jaume Vidal Oliveras

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